Los grandes medios de difusión propagaron que el pueblo dominicano se estaba preparando para “mimar a las madres” en el día de hoy. Dudas no tengo sobre los buenos sentimientos de la mayoría de la juventud y de nuestro pueblo hacia madres y abuelas. Hay que ser, por demás, muy pérfido para no expresar hoy cariño, atenciones y ternuras a los seres que adoran a sus hijos/as.
Eso, sin embargo, no cambia realidades dolorosas como la comercialización de este día y la manipulación de la condición femenina imponiendo patrones de consumo que las consideran seres inferiores, destinados a padecer desigualdades y negaciones de derechos fundamentales; reproduciendo la subordinación al poder masculino, el trato abusivo, humillante en las relaciones de poder, familia y pareja; derivados de la preeminencia de la cultura patriarcal y la especulación capitalista.
Opresión y desigualdades de clase se mezclan con machismo para provocar sufrimientos a muchas madres, no pocas abandonadas y abusadas; discriminadas en el trabajo, obligadas a doble y triple jornadas mal pagadas y forzadas a realizar trabajos domésticos no remunerados; reducidas en muchos casos a instrumentos de placer sexual y al cuido de la familia; víctimas de tratos violentos por su condición de mujer.
El 32% de los hogares dominicanos están exclusivamente a cargo de las madres. La paternidad irresponsable es impresionante. El abandono de muchas madres dominicanas por su pareja y la exposición a la muerte por embarazos riesgosos son causas de sacrificios y calamidades. Igual las uniones forzadas bajo permanente amenazas, que no pocas veces devienen en golpizas y feminicidios.
Esa triste realidad no se compensa con esta merecida conmemoración anual. Una fiesta lamentablemente degradada por una racionalidad capitalista que convierte todo en mercancías y ganancias, incluido el cuerpo y el rol secundario asignado a la mujer en este tipo de sociedades. Más bien se agrava con ofertas de regalos y promociones publicitarias que reproducen una cultura machista que las condena a agobiantes faenas hogareñas no compartidas por los hombres, peor en tiempo de COVID.
El Día de la Madre puede resultar muy lindo para familias “pudientes” y armónicas, no tanto para familias atormentadas o “carentes” de recursos; pero ciertamente aquí la vida cotidiana está cargada de sinsabores para muchas madres dominicanas, agravados con el rechazo congresual a las tres causales y la continuidad del desprecio por sus vidas. Aún así, la esperanza liberadora es tozuda y ha reverdecido con el gran regalo colectivo contenido en la formidable marcha por la dignidad femenina realizada el pasado domingo. ¡La rebeldía y la lucha siguen!.
narsoisaconde@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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