A Pleno Sol
Se pensó en alguna ocasión que el gobierno de una clase, en especial del proletariado, sería el surgimiento de una nueva sociedad, de un hombre nuevo. Hoy todos son proletariados o empresarios. Las clases desaparecen y se fortalecen los dos extremos del caucus.
El surgimiento del liberalismo y de la política de pleno empleo y libre empresa creó nuevas formas de dominación económica. La guerra fría fue sepultada en su pasada avalancha de guerrillas y armas nucleares, para pasar a los embrujos de las oficinas internacionales de comercio.
El motor central para el desarrollo de las bases fundamentales para crear las riquezas sigue siendo el asalariado. Es un término mucho más real que el proletario. Esa clase media que vive endeudada y con lujos que se lo quitan en cualquier momento, no se da cuenta de que se está proletarizando.
Los asalariados son los que venden su fuerza de trabajo, sea de músculo, de ideas o de cuello blanco. Da igual. Hoy no tiene unidad, y hace ver en un recuerdo muy lejano el dicho de proletarios de todo el mundo, uníos. En la unidad está la fuerza.
Pero el movimiento sindical de hoy carece de unidad. Se ha alejado de ser arriete de partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda, pero no logra su total independencia. Ahora es víctima del economicismo. Es luchar únicamente y exclusivamente por reivindicaciones de una parte de sus afiliados.
Cierto que en los últimos años el movimiento sindical ha logrado hacer trabajos conjuntos, y se puede decir que tiene cierta unidad de criterios para la acción. Por lo menos no son beligerantes. Desde luego, los remanentes de la derecha y de la izquierda que están en el movimiento sindical, saben que los partidos políticos son su perdición.
Por eso se han lanzado a luchas que les permiten conservar a grupos de asalariados, como la demanda de un reajuste salarial, donde los patrones les doblaron el pulso. Ahora las centrales sindicales están buscando un reajuste de salarios de un 40 por ciento.
En base al diálogo con los sectores patronales y gubernamentales podrán lograr para el próximo año un ligero aumento en los salarios, lejos de ese 40 por ciento. En el papel todos están de acuerdo en que nadie puede vivir decentemente con los salarios actuales.
Con el planteamiento de una nueva reforma económica, y sobre todo fiscal, los asalariados van a ser los que sufran el mayor impacto, y talvez sean los más perjudicados. Desde ahora las centrales sindicales tienen que afrontar esta realidad. Desde luego ese es un problema que afectará a todos los dominicanos, pero hoy escribimos sobre el movimiento sindical.
La unidad de todas las centrales sindicales, manteniendo sus principios y su configuración legal individual, es necesaria. Hay duros caminos que recorrer en cuanto a las reivindicaciones de los asalariados, y solo un movimiento aglutinador de los obreros, tanto de los que tienen manos con callos o de los asalariados de aire acondicionado y cuello blanco, podrá lograr reivindicaciones. Uníos, que allí está la fuerza. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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