País o lugar en donde se ha nacido o al que se pertenece por vínculos históricos o jurídicos.
Lugar o comunidad con la que una persona se siente identificada por razones afectivas.
Patria, también suele ser aquel lugar donde uno nace o también “escoge” a título de adopción por razones culturales o de cualquier tipo de sensación de pertenencia.
De acuerdo a estas definiciones del diccionario oficial, la patria no es solo el lugar donde se nace, sino que también es aquel al que uno ame.
Como yo estoy acostumbrado a amarlo todo, y suelo enamorarme en todas las partes a las que viajo, puedo decir que soy un hombre que tiene muchas patrias.
Cierto es que no todo el mundo entiende esto por lo que voy a afirmar que solo en el lugar donde nací y viví por los primeros 20 años de mi vida es el único lugar en donde “efectivamente” percibo estos vínculos nostálgicos.
La vocería que resuena a mis oídos no deja escapar dudas de que esta gente lleva merengue en su sangre.
El olor de la patria es endémico de cada país. No importa lo ancho y largo que recorras, siempre brota impregnado en la brisa.
La música es la sal que salpica de esquina a esquina marcando territorio por toda la geografía nacional.
Uno añora las calles, los callejones oscuros de sus primeros besos. El contén donde golpeaba la pelota de goma y la “tarvia” ardiente donde raspamos las rodillas.
La tierra roja que alguna vez se incrusto a nuestras uñas y que alimenta el olor que rocían nuestros poros.
Cuando uno se aleja de sus muertos queridos, de sus amigos de infancia, de toda la diversidad unitaria que como cuerpo flota entre olas sostenidas desde las cumbres silenciosas de sus montañas. Uno sangra lágrimas que solo el tiempo logra cristalizarlas y suspenderlas como hielo que será derretido en el mismo momento del regreso.
En la fila del aeropuerto, le echo una fugaz mirada a la casilla del aduanero. Mi boleto de avión solo costo 200 dólares por lo que me rio de la larga espera.
Ya cuando llego donde este, me había tomado el tiempo de ilustrarme ante aquel boleto que parecía un regalo…
Le pregunto; ¿pague 200 dólares por mi pasaje de los cuales el gobierno federal de Estados Unidos tomo 24 en impuestos, la línea aérea solo 47 por su servicio y ustedes, el gobierno dominicano, 129? ¿Me podría explicar por qué?.
Como era de esperar, no sabía nada. Solo estaba allí para verificar que “yo no fuera un delincuente”.
En estos días, el partido de oposición alianza país, ha iniciado una campaña para exigir la derogación de los diez dólares que se le cobran a los nacionales dominicanos como turistas.
Una verdadera estafa que por más de dos años le ha embolsillado al gobierno de turno más de 24 millones de dólares, 1,200 millones de pesos.
Según el coordinador general de AP. El señor Luis Rodríguez, la burocracia para “devolverle” ese específico impuesto de turista a los nacionales, es agotadora e inefectiva.
Desde hace décadas vengo escuchando el grito ahogado de los dominicanos en el exterior por las altas sumas de impuestos a los pasajes.
30 dólares por impuesto aeroportuario, 32 al ministerio de turismo, 20 por la salida, 10 por la entrada, 6 más por esto, 7 más por lo otro, 3 por aquí, 5 por allá…un abuso!.
La patria, también abriga una sensación inestimable en uno y es la libertad. Pero cuando “esa” sensación de pertenencia se apropia de ti como un número más al que exprimir para un beneficio particular de unos cuantos, entonces, el sentido de la patria se hace obsoleto.
Hay que tener mucho cuidado, en que se puede ir transformando la patria, porque se puede perder y convertir en otra.
Un lugar al que uno para entrar sea considerado un turista y en donde se pague, la patria, por diez dólares, entre otras cosas. ¡Salud! Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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