Por Rafael Polanco
Pasando Revista
El presidente Luis Abinader Corona acaba de tomar una decisión que constituye, sin dudas, un verdadero acto de justicia, al disponer, mediante decreto 8-21, el traslado al Panteón de la Patria del héroe nacional, hombre ilustre, Gregorio Urbano Gilbert Suero, un ser excepcional, pero muy poco valorado por las actuales generaciones.
Esta decisión del mandatario complementa la medida adoptada, en 2019, por el Congreso Nacional, al declarar a Gilbert Suero héroe nacional, mediante la Ley 162-19, promulgada en mayo de ese año por el entonces presidente Danilo Medina Sánchez.
Fíjense ustedes si a este patriota no se le ha dado el sitial que corresponde, que la promulgación de la Ley, en 2019, declara el 10 de enero de cada año como Día de Gregorio Urbano Gilbert y colocó su nombre al puerto de San Pedro de Macorís.
¿Observaron ustedes algún acto oficial el pasado 10 de enero en honor a Gilbert Suero? No, no lo hubo, porque la gente que dirige la Comisión Permanente de Efemérides Patrias quizás ni sepa que existe esa reciente Ley.
Pero, qué bueno que el presidente Abinader Corona enmendó ese fallo de sus subalternos, al disponer que ese gran ciudadano que entregó su vida a la lucha por la libertad de su país, enfrentando en dos ocasiones, 1916 y 1965, a las tropas invasoras norteamericanas, sea exaltado al Panteón Nacional.
Hay que decir la entrega a la lucha por la libertad de Gregorio Urbano Gilbert Suero no se limitó a su patria, también combatió en otras naciones, en particular Nicaragua, donde luchó junto al general de hombres libres, César Augusto Sandino, logrando el grado de capitán y segundo hombre de su estado mayor.
Lástima que el en Panteón Nacional se encontrará con el traidor llamado marqués de Las Carreras, el general Pedro Santana Familias, quien entre sus malas acciones en contra de nuestra patria está la anexión a España, el fusilamiento de muchos patrióticas, el destierro de otros tantos y. se afirma que fue capaz de envenenar a su hermano mellizo con él, Ramón Santana Familias, para quedarse con su esposa.
Sólo al doctor Joaquín Balaguer Ricardo se le pudo haber ocurrido la afrenta de llevar a Santana Familias a cohabitar con los patricios Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez, Gregorio Luperón y muchos otros patriotas.
Ojalá el presidente Abinader Corona se anime a emitir un decreto ordenando sacar los restos del tirano Santana Familias de ese lugar reservado al honor de los grandes hombres y mujeres de la patria.
Quizás para que nunca más se vuelvan a olvidar fechas importantes de nuestra historia y nuestros héroes y heroínas, el mandatario creó una Comisión de Exaltación integrada por la ministra de Cultura, quien la presidirá, el presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el presidente de la Academia Dominicana de la Historia.
También, por el director del Archivo General de la Nación, una representante del Ministerio de Educación, un representante del Ministerio de Interior y Policía, un representante del Ministerio de Defensa, el rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), un representante de la Asociación Dominicana de Universidades (ADOU), un representante del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana y el comunicador Euri Cabral, quien la coordinará.
Gregorio Urbano Gilbert nació en Puerto Plata, el 25 de mayo de 1898, del matrimonio integrado por Benjamín Gilbert, nativo de las Islas Bahamas y de la dominicana Narcisa Suero. Siendo muy joven sus progenitores se trasladaron a San Pedro de Macorís, donde éste laboró como tipógrafo y vendedor de provisiones en un pequeño negocio.
Su recorrido por la historia dominicana y latinoamericana lo inició el 10 de enero de 1917, cuando con apenas con 17 años de edad, protagonizó un acto heroico, en el muelle de San Pedro de Macorís que hoy lleva su nombre, al enfrentar solo y con un pequeño revólver con apenas 10 balas y un cuchillo, a las tropas invasoras.
En esa acción Gilbert Suero mató al capitán de infantería de la Marina de los Estados Unidos, CH Button, jefe de los soldados norteamericanos asignados a esa demarcación durante la invasión iniciada un año antes, en 1916.
Cuentan que previo a enfrentar a las tropas yanquis escribió en un papel que luego introdujo en sus bolsillos: “Muero, pero muero satisfecho porque es un acto de protesta contra la invasión de mi patria por fuerzas extranjeras” y de inmediato accionó al grito de ¡Viva la República Dominicana!
Logró salir ileso y escapar del lugar, siendo perseguido por los norteamericanos lo que le motivó a unirse a las guerrilleras que comandaba Vicente Evangelista y participó en varios combates en contra los invasores.
Tras ser desintegrado el grupo guerrillero, se estableció en Montecristi, donde trabajó en una imprenta hasta ser delatado y apresado por los norteamericanos, sometido a crueles torturas y encerrado en un hoyo profundo. Se le trasladó a Santo Domingo, donde fue condenado a muerte, pero luego se le conmutó la pena a prisión perpetua, no obstante, fue liberado en octubre de 1922, procediendo a marcharse del país.
Como muestras de que fue un luchador internacionalista, estuvo en Cuba y Curazao, para retornar a Santo Domingo en 1927 y acompañar a su amigo, el independentista boricua Pedro Albizu Campos, en un recorrido por la región este en campaña por la independencia de Puerto Rico.
En 1928 se integró a las tropas irregulares nicaragüenses que luchaban contra el ejército de ocupación norteamericano que invadió esa nación centroamericana, bajo la dirección de Augusto Nicolás Calderón Sandino, mejor conocido como el general de hombres libres, Augusto César Sandino.
Como parte de las tropas de Sandino, alcanzó el rango de capitán y ostentó, primero, la cuarta posición como ayudante del Comando Supremo del Ejército Sandinista, para luego pasar a ser segundo ayudante y hombre de confianza del general de hombres libres, al extremo de formar parte de la delegación que le acompañó a México, en busca de ayuda para la lucha por la liberación de Nicaragua.
Luego regresó a su patria, estudió filosofía, alcanzado el título de licenciado en 1954 y, dos años después, en 1956, se graduó de doctor en la misma carrera, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
En otro momento estelar en la vida de este hombre extraordinario, se puso a la orden del coronel de abril, Francisco Alberto Caamaño Deñó para integrarse a la lucha armada contra la invasión norteamericana de 1965, con 66 años de edad y enfermó, lo que evidencia el grado de valor y entrega a las causas nobles.
En sus últimos años subsistió realizando oficios humildes, como vendedor ambulante, linotipista, ayudante en varias imprentas y dependiente de una panadería. Un ejemplo de hombro probo, trabajador y honrado.
En su honor, la segunda estación de la línea uno del Metro de Santo Domingo, saliendo desde Villa Mella, está bautizada con su nombre.
Gilbert Suero falleció el 29 de noviembre de 1970, pero previamente entregó las memorias de sus luchas y hazañas a la UASD.
Loor a este insigne hombre de la patria, cuyos restos descansarán en lo adelante en el hogar sagrado de los héroes nacionales.
rafaelpolanco@hotmail.com
(El autor es periodista y politólogo residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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