Cuántas veces Abinader, la Vice y el ministro de Salud se ufanaron y propagaron que tenían la COVID controlada, incluso después de su repunte en el Ministerio de Salud? ¿Cuántas veces desoyeron a buenos especialistas y marginaron al Colegio Medico Dominicano?.
Pero eso no es todo. Hay cosas peores: aceptando imposiciones de EE. UU., la superpotencia del desastre sanitario, estos funcionarios han impedido la cooperación gratuita de dos países, que como Cuba y China, han manejado la pandemia con maestría y espíritu solidario, maltratando de paso las relaciones bilaterales.
Cuba está cerquita y tiene una formidable brigada internacionalista anti-pandemia y China acumuló experiencia y sabiduría para controlarla, aportes dignos de tenerse en cuenta.
Ahora bien si desde arriba se dice que todo va de maravilla y nuevas bocinas multiplican esa mentira, es lógico que mucha gente violente normas que se repiten sin educar; más cuando a la vez se le da riendas sueltas a las actividades empresariales y gubernamentales sin respetar las recomendaciones que bastante mal se predican.
La mentalidad empresarial mezclada con una actitud demagógica politiquera, dirigiendo un tema tan delicado de salud, incurre así en graves faltas que nunca reconocen, junto a las malas prácticas mercadológicas de reemplazar la realidad por la fantasía y de ceder a todas las presiones económicas sectoriales en detrimento de la ciencia de la salud.
Los domina el populismo electorero y el amor por los negocios, las ganancias y la especulación a como dé lugar.
Entonces, culpan a sectores populares alienados por ellos mismos y a jóvenes bullangueros de lo que pasa. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en los suyos. Pasan por alto que este país está muy por encima de Haití en crisis pandémica; tiene más contagios, más positividad y más muertes que todo el Caribe insular junto, y 55 mil contagios más y casi tres veces y media más muertes que Venezuela, a pesar de las enormes diferencias en territorio, habitantes y fronteras. Y eso no es porque aquí somos fiesteros y bebedores, porque todo el Caribe lo es.
Y si el Presidente Maduro se queja de que en los vuelos Santo Domingo-Caracas llegan muchas personas contagiadas, entonces se ordena suspender los vuelos, asumiendo la hostilidad gringa contra Venezuela.
¡Que viva entonces la COVID-Navidad y el negocio capitalista de las vacunas (Pfizer, por demás! Que si bien puede deprimir significativamente el contagio, tiene otras implicaciones y complicaciones, que podrían evitarse con una visión más integral y menos dependiente, y con opciones como la vacuna oral.
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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