Por Guillermo Sención Villalona
Al gran poeta español León Felipe le debemos una satírica opinión sobre el cuento, plasmada en su poema “Sé todos los cuentos”.
- Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad, - pero me han dormido con todos los cuentos…
- y sé todos los cuentos.
El cuento ha sido uno de los géneros más estudiados dentro de la arena literaria. A través de los años lo han escudriñado desde diversas perspectivas y puntos de vista, tanto los ensayistas especializados como los mismos autores de esas bellas y alucinantes historias que nos llegan desde la niñez y que recibimos con gran fascinación.
Los estudiosos y tratadistas en su gran mayoría consideran que es más difícil aprender la técnica y posterior manejo del género, que alcanzar ese logro cuando se trata de su pariente más cercano, la novela.
Por eso es que no sorprende el hecho de que son pocos los narradores que consiguen publicar exitosamente un buen libro de cuentos. Como consecuencia, es bastante estrecho el círculo de los que logran obtener un reconocimiento universal.
Para beneficio de los cuentistas nóveles, varias figuras relevantes, renombrados maestros del cuento, han dejado una extensa gama de reflexiones, consejos y pautas sobre la técnica apropiada para contar con brevedad. De esa pasmosa bibliografía, extraigo una pequeña muestra:
- Juan Bosch: “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”.
- Horacio Quiroga: “Decálogo del perfecto cuentista”.
- Gabriel García Márquez: “10 consejos para escribir un cuento”.
- Raymond Grover: “Escribir un cuento”.
- Jorge Luis Borges: “16 consejos acerca de mis cuentos”.
- Antón Chejov: “Decálogo del cuento”
- Julio Cortázar: “10 consejos para escribir un cuento”.
- Julio Cortázar: “Aspectos del cuento”.
De conformidad con la consabida brevedad del cuento, de igual manera esos autores dentro de sus sugerencias usaron frases cohete para ilustrar sobre su escritura. Presento una breve selección:
- Juan Bosch: “la novela es extensa; el cuento es intenso”.
- Horacio Quiroga: “Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo”.
- Julio Cortázar “La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut”.
- Marina Mayoral: “La novela es como un veneno lento y el cuento, como un navajazo”.
- • García Márquez: “Escribir cuentos es como vaciar en concreto; si el concreto no fragua se jodió y tienes que empezar otra vez, tiene que ser todo junto y de una ez”.
Un proyecto abarcador para recoger opiniones de los más destacados cuentistas es el libro Teoría del cuento, del investigador mexicano y teórico literario Lauro Zavala. El texto está compuesto de cinco volúmenes y en su prólogo se lee lo siguiente: “En este volumen de la colección Teorías del Cuento I (Teorías de los cuentistas) se han reunido algunas de las reflexiones más importantes que los escritores han plasmado acerca del género al que han dedicado la mejor parte de su obra creativa”.
En el cuerpo figuran las ideas, decálogos y teorías que han aportado 22 notables escritores hispanoamericanos (entre ellos el dominicano Juan Bosch con sus conocidos “Apuntes…”), para la mejor comprensión del arte de llevar al terreno literario hechos y acontecimientos reales o ficticios usando pocas páginas. Estos datos son una interesante muestra de la importancia que ha tenido modernamente la teoría acerca del cuento.
Partidario fiel de lo que he referido, es decir, con plena conciencia de lo difícil que es trabajar el género, el periodista y escritor Rafael Menoscal Reynoso nos entrega Intermitencia del pánico, su tercer libro de narraciones cortas.
A través de la lectura de los dieciséis relatos que contiene el volumen se aprecia que sin la menor duda estamos en presencia de un autor que sabe contar historias, fabular, crear situaciones, ambientes y escenarios interesantes. Las piezas presentan esos dramas existenciales propios de los individuos en su vida cotidiana y en su interacción social. Se nos transmiten sensaciones, emociones y temores, todo envuelto en un ambiente mágico.
Los cuentos están narrados en primera y en tercera persona. Unos son historias, vivencias llevadas a la ficción y otros deliberadamente fantásticos. Hay que señalar que todos muestran orgullosos el vuelo imaginativo que les imprimió su autor en su ardua labor creadora y que están estructurados técnicamente mediante el uso de una escritura lineal y cronológica, dando preferencia a diálogos cortos y directos, con oraciones breves y pocas páginas ocupadas por cada relato, donde los títulos tienen un máximo de tres palabras y un promedio de dos, algo curioso que nos pone a suponer que la brevedad de los títulos fue un punto de partida para el autor mantener la concisión como un referente en su escritura.
Menoscal nos brinda en este bien logrado esfuerzo una bandeja variopinta en cuanto a temática, ambientes y personajes (el caricaturesco o pintoresco, el curandero, el suicida, el neurótico, el hipersensible, el psicorrígido, el corrupto…), los que actúan bajo un mismo telón de fondo: El miedo.
El temor es mostrado en todo el desarrollo de las tramas y, para deleite del receptor de los relatos, hay párrafos finales sorpresivos, inesperados e impactantes; unos golpes de efecto que rompen todo el esquema presentado por el narrador en el cuerpo de cada historia y que colocan al lector en posición de repensar las expectativas y esquemas que había adoptado durante su lectura.
Pongo solo algunos ejemplos. El cuento titulado “Sepultura sombría”, que abre el libro, describe los contratiempos que se presentan cuando se da el último adiós a un ser querido y se espera la llegada de un pariente desde el exterior. Es un retrato vivo de ese ambiente de tensión y nerviosismo y que termina en un contraste.
“Llanto sobre lienzo”, prefigura dos sellos de identidad reconocibles en el resto de los relatos: La unidad estructural y el desenlace imprevisto. Es como si fueran capítulos de una novela. Se describen dos escenas contrastadas en un mismo ambiente: Unos pescadores que logran los objetivos en su faena diaria, y una joven pintora angustiada, intentando pintar “el cuadro perfecto”. Al final se impone la perseverancia sobre la frustración, cuando llega la inspiración esperada, quedándose el lector con la sorpresa ante lo que espera y el fin de la historia.
“Perlas blancas” llamó poderosamente mi atención por el excelente dominio que ejerce el autor sobre los personajes y su escenario. Es un cuento que se asoma a la perfección en su ámbito fantástico.
Cuando leemos en bella prosa: “Samantha se sintió aliviada cuando sus pies llenos de estigmas percibieron la suavidad de la tierra. Justo cuando el suelo se aligera debajo de sus zapatos comienzan a aparecer las tumbas. Por suerte, las puertas del cementerio estaban abiertas de par en par al final de la cerca de piedras casi fluorescentes, larga como una herida lunar en la espalda de la noche”, pensamos en el terror de los cuentos de Edgar Poe y en la angustia y el extraño ambiente de “Casa tomada”, de Cortázar.
Esta nueva entrega que en el terreno de la literatura nos ofrece Menoscal es un atractivo libro de ficciones, con temas y ambientes bien seleccionados y que exhiben una prosa articulada, rica en matices, que delata que su autor posee un indiscutible talento narrativo.
- Guillermo Sención
- Distrito Nacional
- 28 de octubre de 2019
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