Se van! Porque el desenfreno encontró una pared inconmovible llamada pueblo. Porque la suma de todos los colores da gris y ese es el color en que hemos vestido al cielo.
Se van! Pero no por unos días, sino para siempre. No olvidaremos la desmedida deuda en que nos metieron, sus lujosas mansiones, sus fastuosos autos, sus golosas ansias de poder. No olvidaremos sus descarados robos y su permisiva impunidad.
Se van! Por las miradas tristes en que vistieron a nuestros niños. Por las perdidas miradas de los ancianos y la infinita oscuridad con la que dibujaron el horizonte.
Se van! Porque sus complicidades no nos alcanzaron a todos. Porque el virus solo se entretuvo con ellos y el contagio fue grande, pero hay más dignidades que mezquindades.
Se van! Por sus altos salarios, sus millones de botellas y sus prepotencias descaradas. No seguirán sembrando de vergüenzas a nuestros pobres, de humillaciones al ignorante. No permitiremos que se apague la llama que sembró Duarte, Luperón o Fernández Domínguez.
Se van! Porque los dominicanos honestos somos más que los vendidos, que los traidores, que los aupadores de tiranos. Se van! Porque corre en nuestra sangre Enriquillo, Caamaño, Hasbún.
Se van! Porque ante la duda del momento siempre hay un Mella que suelta el trabucazo, un Desiderio que se revela en la sabana, un Tavárez Justo que mira a las montañas.
Se van! Porque hay millones de Minerva, Patria o María Teresa, que no tienen precio en la vitrina. Porque son otros tantos los anónimos, los que no serán nombrados, los que no tendremos un nombre en la historia ni nos importa, pero igual lucharemos en cualquier esquina, cualquier callejón y triunfaremos, como siempre.
Se van! No para espantar el miedo por unas horas ni unos días, sino para que nunca vuelvan, ni otros, parecidos o iguales. Esta lucha debe ser la definitiva, la que arranque la utopía al espejismo y la traiga a mostrarse palpable, delicada, glamorosa y feliz.
Se van! No porque lo diga yo, sino porque al fin! tú lo dices y aquel te escucha y este otro y así nos lo vamos repitiendo hasta hacerlo vibrar de boca en boca, de oído a oído, de pesadilla a sueño. Porque todos hoy nos hemos levantado del letargo y dicho basta! Se van!.
No hay vuelta atrás, se van! Las calles tiemblan, los edificios crujen, los viralatas brincan de la emoción y hasta los niños se dan cuenta que, algo limpia el aire como si mañana fuera 6 de enero.
Hasta los ríos lo dicen, se van! Porque la arena escasea en sus riberas y los árboles se caen descalabrados sin raíces que mañana paran sombras a nuestros hijos.
Se van! Porque la montaña se hunde, herida por el tajo que le extrae la mano prestada, extraña, cómplice y aliada a todos sus desasosiegos.
Se van! Por ti, por mí, por todos! Porque ya estamos hartos de sus palabras, de sus mentiras, de su falta de compasión. Porque han abusado de nuestra buena fe.
La isla quedará agradecida porque los sacamos. Las palmas y los flamboyanes y toda esta tierra fértil no querrán escuchar sus nombres. Se abrirá a sus pasos queriendo tragarlos, el rayo medirá sus cabezas y no habrá lugar seguro en donde puedan echarse a descansar.
La noche estalla en llantos de alegría, sus buenos hijos anuncian el despertar. La mañana se presenta limpia. Hay una niebla que escapa veloz y un rocío que ilumina una nueva conciencia.
A lo lejos, una hilera de barcos piratas se pierde en el horizonte. Se van!…si!! los sacamos!. Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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