Con dos elecciones pendientes, y en medio de los fracasos, solo la mesura, la concertación y el dejar a un lado el vanguardista irracional, permitirá llevar por aguas mansas la nave de la democracia dominicana.
Desde hace años la democracia dominicana ha estado entrando a tierra movediza, vapuleada por gobernantes de turno. Pero el deseo de los dominicanos de vivir en paz y libertad se ha impuesto a los infortunios.
Nadie tiene derecho a poner en juego las libertades públicas que tiene hoy la República Dominicana. Costaron mucho esfuerzo, ríos de sangre, y cementerios sin cruces.
Ha surgido un primer gesto de diálogo y entendimiento en torno a las pasadas elecciones. No es momento de levantar la tea incendiaria, sino de utilizar los mecanismos que acuerdan la constitución y las leyes.
Los responsables de que fracasaran las elecciones del domingo tienen que pagar por ello, pero no hay razón para enterrar todo el proceso. Los jueces de la Junta Central Electoral tienen que demostrar mayor fortaleza, mayor credibilidad, tener puño de hierro y no aceptar las presiones.
Se fijó una nueva fecha para las fracasadas elecciones municipales. La salida tenía que ser política, y no apegada a las normas jurídicas. La aplaudimos. Hay que ir a las votaciones, y que las autoridades municipales que salgan electas sean juramentadas el 24 de abril.
Luego de la fiebre del rompimiento electoral, el liderazgo político ha estado sopesando la situación, y más que un lenguaje de barricada, se ha inclinado por el diálogo y el entendimiento. Se pueden mantener ideas enfrentadas, pero ello no es justificación para lanzar el país a la incertidumbre.
La Junta tiene que trabajar con la mayor integración de los delegados de los partidos políticos. Se le debe pedir al expresidente chileno Eduardo Frey que siga incidiendo con su equipo en el país hasta que pasen las elecciones nacionales. Los observadores internacionales son bienvenidos y ellos pueden garantizar un proceso diáfano.
Ahora las llamadas comisiones de notables no caben en este proceso. Los notables no han hecho nada por este país. Han participado en decenas de comisiones y nunca se han visto sus resultados. En esta crisis no cabe una comisión de notables, y no debe ser aceptada.
Las cortes fueron creadas para dirimir todos los problemas electorales. Sepultaron la era de los mediadores. No hay porque volver a vivir esa etapa. Además, los notables también tienen sus intereses particulares y sus áreas de influencia.
Hay que retomar el paso de la celebración de las elecciones municipales. Investigar a fondo las responsabilidades en el boicot a los comicios, llevar a los responsables a los tribunales. La verdad y la justicia siempre serán vencedoras. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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