La amistad que una vez cultivé con Roberto Salcedo nos marcó tanto que aún recuerdo el ofrecimiento de una bicicleta y la entrega de prendas de vestir que nos compraba en tiempos de navidad. Esto sucedía en el final de la década de los años 70s y comienzo de los 80s.
Las personas agradecidas jamás deben esconder su gratitud, máxime aquellas que, con amor desinteresado nos extienden sus manos. Son tantas las cosas que quisiéramos decir de Roberto que no cabrían en varias cuartillas.
Recuerdo que siendo apenas un muchacho, vendedor de periódicos (canillita), hace ya un buen rato, tuvimos el sagrado honor de conocer a Roberto Salcedo, a su distinguida madre, doña Carmita y a su hoy esposa, doña Angélica cuando en aquel momento era su novia. De ellas llegamos a recibir apoyo, sonrisa y consejo.
Hoy al escribir estas líneas lo hago con el corazón henchido de alegría y satisfacción al ver a la familia de don Roberto Salcedo junto a la del presidente Luis Abinader.
Según la biografía de Roberto Salcedo dice que este ser humano de la sociedad, político y actor nació en el sector de Villa Juana, aunque nuestro contacto de amistad fue en el barrio de Villa Consuelo. A la mente nos llega la casa ubicada justo al lado de la desaparecida «Repostería El Indio».
Para la época yo pregonaba los diarios de la tarde y Roberto quien era mi cliente fijo nos esperaba en la puerta de la casa para comprarnos los tres vespertinos, El Nacional y los ya desaparecidos «La Noticia» y «Ultima Hora», los que a la sazón costaban diez cheles. Las relaciones con el ex acalde fueron tan en serio y tan amena que hasta fiado se los dejaba y el me los pagaba todos juntos los domingos, mientras yo apostaba al acercamiento de las navidades para que me dejara caer «algunas cositas». Para esos tiempos amigos y colegas del arte llamaban a Roberto «Blanquito de Bellas Artes», porque de ese escenario es que le brota la vena de actor.
Aprovecho estas líneas para agradecer al recio dirigente social y juvenil de nuestros barrios, Joel Rodríguez, por motivarnos a hablar de su también amigo Roberto, un grandioso y honorable ejemplo, cuya labor como ex alcalde de nuestra ciudad algún día tendrá que ser valorada en su justa dimensión.
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