Las corporaciones farmacéuticas están en la cúspide del imperialismo, compitiendo con las más poderosas transnacionales. Tienen un enorme peso en riqueza y poder dentro de la facción “globalista” de la burguesía transnacional.
La COVID-19 y sus recientes antecesoras -montadas sobre la pandemia del gran capital-, entre sus tenebrosas maldades, ha tenido la virtud de sacar a flote el pus más soterrado del sistema global de salud: los asaltos enmascarados de las grandes empresas privadas a espacios aparentemente públicos o interestatales, junto al tráfico de influencia en sus entrañas. La OMS no ha escapado a esa embestida.
Hoy, por ejemplo, se conoce mejor el rol del magnate Bill Gates, dueño de Microsoft, quien financia el 90% del Programa de Medicamentos de la Organización Mundial de la Salud -OMS-; mientras que el 80% de su presupuesto está financiando con donaciones privadas canalizadas a través de la Fundación Bill y Melinda Gates.
La denuncia proviene del economista español Germán Velázquez, exfuncionario por 20 años de la OMS, refrescada por el periódico digital Rebelión en un artículo de Jorge Santa Cruz que muestra como Gates, junto a otros magnates, predominan en la privatización de la OMS; influyendo en compras de medicamentos y equipos, en diseño de protocolos y en otras decisiones claves, sobre todo en materia de fabricación y venta de vacunas en tiempos de pandemias.
El tema de la vacuna sigue tomando preeminencia en los pronunciamientos de la OMS, en un contexto en el que a ésta se le pone un enorme empeño comercial que contrasta con el predominio del desprecio a previsiones y remedios por fases; lo que indica que el negocio supremo ambicionado es la venta de vacunas y las vacunaciones periódicas en un planeta con una clientela de 7 mil millones de habitantes amenazados por esta tragedia. En muchos casos la OMS hará de intermediaria en las compras entre países como RD y fabricantes de las mismas.
En materia de prevención y remedios –además de no dedicar los recursos y esfuerzos que el tema merece- abunda ese cruel desprecio a programas de fortalecimiento del sistema inmunológico, absurdas obstrucciones a medicamentos y procedimientos de la medicina natural-alternativa (y de la propia convencional), tales como agua de mar, alimentación apropiada, ozono, dióxido de cloro, ivermectina, peróxido de hidrógeno, interferon-alfa R (cubano)…, que han mostrado eficacia, o para protegernos de la infección, o para detener tempranamente avances de la enfermedad y desenlaces fatales. La súper-ganancias por encima de todo. ¡Ay si China y Rusia lograran la vacuna antes y gratis!.
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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