A Pleno Sol
Se tiene que establecer un balance entre la apertura económica, y la preservación de la salud. Estamos en medio de una crisis económica y una crisis de sanitaria. Por desgracia, las dos van a prevalecer en este momento.
El aislamiento que es obligatorio para poder evitar el crecimiento del número de afectados por el corona-virus, bloquea la normalización de las actividades comerciales. Un país moderno no puede dejar que se ahogue su economía.
De ser así, los programas de lucha contra la pandemia se tendrían que paralizar. Lo que se debe es lograr un equilibrio entre la apertura comercial e industrial y la lucha contra la virulencia.
Lo más importante en todo terreno es la preservación de la vida. Eso debe estar claro. Por encima de cualquier interés económico, se impone el derecho a la preservación de la vida y la salud.
No puede darse un confinamiento total, ni un toque de queda las 24 horas, porque ello sería cerrar toda la actividad comercial, y tomando en cuenta la situación nacional, ello sería catastrófico.
Donde sí se tienen que endurecer las medidas es en hacer respetar las disposiciones de protección sanitaria. En horas de toque de queda no debe estar nadie en las calles, salvo aquellos casos muy específicos autorizados por las autoridades.
En artículos anteriores nosotros pedimos el toque de queda de seis a seis. Ahora este se debe respetar de siete de la noche a cinco de la mañana. Esa restricción juega su papel, pero también el cumplimiento de las medidas de exclusión y distanciamiento social durante el día.
La lucha contra el corona-virus no es un problema personal, sino una situación de soluciones colectivas. Las particularidades deben ser secundarias, porque nunca un capricho personal puede estar por encima de los intereses y el destino de la mayoría.
En esta antesala del infierno hay que ir pensando en reacondicionar la economía y ver como se reintegra a sus puestos de trabajo a casi un millón de personas que están cesantes. El retorno al turismo, puede ser una tabla de salvación.
Las remesas de los dominicanos que residen en el exterior, y el turismo son las columnas fundamentales de la economía nacional. Pasamos hace años a ser un país de servicios, y no de prioridad agropecuaria. Una rehabilitación turística permitiría un respiro a la crisis económica.
Lo más importante es que todos pensemos que las soluciones tienen que ser consensuadas, pensando en el bien general de la población, y sobre todo que es necesario sobrevivir a la pandemia. Podremos salir adelante, siempre que se mantenga un principio de unidad nacional. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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