El primero: que las elecciones iban “sí o sí” garantizando las medidas sanitarias que impedirían grandes riesgos para la salud colectiva. Eso sería como ir en coche a comprar a los supermercados.
Sin embargo, hechos y resultados muestran una campaña, una concurrencia a las urnas y unas celebraciones, más que contagiosas. Todos motivos previsibles de un rebrote de la pandemia con ribetes trágicos.
El segundo: que estaban dadas las condiciones para una re-apertura económica, la cual entrando a la segunda etapa se infectó y se desplomó, y no ha vuelto a levantar cabeza; sumando otro ingrediente funesto a este trágico repunte de la COVID-19.
El tercero: que el candidato presidencial triunfante, Luis Abinader, co-responsable de este drama sanitario y esta profundización de catástrofe económica, a causa del aporte del PRM a la reproducción del electoralismo clientelista tradicional y su subordinación a los intereses empresariales del CONEP, se considera y se proclama como “presidente de todos/as los/as dominicanos/as”.
Los hechos: un Gobierno con un Poder Ejecutivo integrado por un presidente empresario y una empresaria oligárquica, un ministro de la Presidencia ex-presidente del CONEP; un ministro Administrativo empresario y político, un canciller Made in Usa, un ministro de Defensa pactado con Hipólito Mejía, un ministro de Hacienda al que no le duele el pueblo empobrecido, y la ratificación del sempiterno gobernador del Banco Central al servicio de la macroeconomía fondomonetarista.
El CONEP, la PUCAMAIMA y el poder imperial están de risitas ¡Un presidente de todos los de arriba!
El cuarto: el mito de una próxima gestión transparente. Nunca el capitalismo ha sido transparente. La partidocracia tampoco. Menos en esta fase de gansterización del gran capital y su “clase política”, ambos sustentados en una Constitución y unas leyes, incluidas la electoral y de partidos, que sirven de base a la impunidad de los de arriba; presente además la actual Suprema y otras cortes, que ni son altas ni son cortes.
En contextos así languidecen los DEPRECO, PEPCA y Comisiones de Éticas, aun encabezados por gente honesta; y se empantanan decisiones de procuradores y fiscales serios e independientes, entrampadas entre una Policía corrupta y jueces venales.
El quinto: el mito del Banco Mundial-FMI -avalado antes y desmentido ahora por la CEPAL- anunciando junto al gobierno derrotado, que por su “robustez” la economía no iba a decrecer, sino a quedarse solo en 0%. El reciente informe de la propia CEPAL anuncia un decrecimiento del -5%. Y es probable que resulte peor, dada la fragilidad del sistema.
(El autor es dirigente político dominicano residente en Santo Domingo).
narsoisa@gmail.com
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