Keegan Matheson/MLB.com
DUNEDIN, Florida – Durante una mañana tranquila de febrero, los Azulejos, aún vestidos con sudaderas, realizaban un ejercicio en el cuadro interior.
Era el tipo de entrenamiento propio de febrero, con grupos de jugadores parados en cada posición, rotando. Estos ejercicios tienden a tener una hora de finalización no oficial, extendiéndose hasta que dos o tres coaches se miran y asienten. La práctica se realizó una última vez, pero después de que el receptor realizó un tiro a segunda base, una voz desde el infield resonó por encima de la multitud.
«¡De nuevo!», gritaron. «¡Otra vez!»
Era el dominicano Vladimir Guerrero Jr., girando su dedo en el aire. Sin dudarlo, los Azulejos repitieron el ejercicio una vez más.
Hay dos historias de Vladdy esta primavera, una que se eleva sobre la otra. Las negociaciones del contrato de Guerrero, que han seguido siendo una distracción que él dijo que no quería, serán la historia de la temporada. Después de años de ver a Guerrero sólo a través de un lente alegre, de repente obligó a una base de fans a confrontar las realidades comerciales del béisbol. Esto no ha sido divertido para nadie.
Al pie de la larga sombra de esa historia está todavía Vladdy, el jugador de béisbol. Ya sea que la campaña de Guerrero del 2025 sea el final de una era o la plataforma de lanzamiento para su legado, sigue importando por derecho propio. Guerrero sigue siendo ese bateador de poder intimidante, pero lo que ha cambiado es su voz.
Guerrero está creciendo hasta convertirse en el líder que los Azulejos han esperado. Hablando el jueves en un inglés fluido y seguro, explicó por qué esto importa y por qué le tomó tiempo llegar hasta aquí.
«Quiero ser más vocal. Si me necesitas, voy a estar justo ahí», expresó Guerrero. «En el pasado, no me gustaba porque no me gustaba que alguien se riera de mi inglés, pero ahora puedo hablar más inglés y me siento más cómodo hablando. Es mucho mejor. Puedo comunicarme con todo el mundo».
Guerrero ha hecho durante mucho tiempo sesiones de medios grupales con un intérprete y continuará haciéndolo, pero es importante explicar por qué. Esas reuniones de prensa pueden ser desordenadas y desorganizadas, con diferentes voces hablando torpemente unas sobre otras. ¿Añadir una cámara que está transmitiendo la voz y la cara de Guerrero a cientos de miles de personas? Es completamente comprensible que Guerrero quiera seguir manteniendo un nivel de comodidad en esas situaciones, hablando en su idioma.
Sin embargo, se siente cómodo haciendo entrevistas individuales en inglés, y ha tenido una buena maestra.
«Es difícil, pero mi hija me ha ayudado mucho», indicó el quisqueyano. «Sólo hablo con ella en inglés, así que por eso estoy mejorando».
Es fácil ver esto cada día ahora en el clubhouse de los Azulejos, en las cajas de bateo o en los campos traseros. Guerrero está conectado con todo el mundo. Describe al clubhouse como «mucho, mucho mejor» que hace un año, y sólo por su tono, se puede decir que realmente lo siente.
Por eso Guerrero se siente más cómodo hablando en estos lugares donde antes prefería pasar desapercibido.
«Esta es la pretemporada. Tenemos que practicar para ser perfectos. Tenemos que ser perfectos», afirmó Guerrero. «Para mí, cada vez que hacemos algo, tenemos que ser perfectos. Vengo aquí todos los días e intento que mejoremos, pase lo que pase».
Estas cosas pueden ser contagiosas. Ningún manager –por muy grande que sea– puede replicar el liderazgo del mejor jugador de un equipo tomando realmente las riendas.
Incluso el presidente del club, Mark Shapiro, que rara vez se aleja de lo objetivo al hablar de béisbol, ve el valor de esto en Guerrero. Esta es la razón por la que estas negociaciones son diferentes a cualquiera que hayamos visto recientemente en Toronto. Guerrero ya significa mucho para la gente de Toronto.
«A menudo son los jugadores quienes traen alegría al estadio», indicó Shapiro. «He hablado de Kirby Puckett. Ese chico hizo que fuera mejor para cada ser humano venir al estadio. Ya fueran los acomodadores, los muchachos del clubhouse, los entrenadores, los preparadores físicos, todos disfrutaban más al venir al estadio. Eso, a lo largo de 162 juegos, tiene un poder enorme. Alguien como Vlad, que tiene una sonrisa eléctrica, que se divierte jugando incluso en los momentos más difíciles, esa es una forma de liderazgo».
Esto es lo que Guerrero puede ser. Estamos viendo una versión más completa de él ahora, lo que sólo añade más ansiedad a lo que podría ser su futuro. Sin embargo, Guerrero sólo quiere hablar de béisbol ahora –para alivio de muchos– y continúa afirmando una cosa.
«¿Mi meta? Ganarlo todo».
Keegan Matheson está a cargo de la cobertura de los Azulejos para MLB.com.