A Pleno Sol
Siempre han existido las presiones económicas y sociales de los Estados Unidos. Los norteamericanos imponen criterios, antes de preferir el diálogo y el consenso. Que esa situación se dé en el Congreso no es una noticia nueva, pero sí que un senador la divulgue.
Los norteamericanos tienen bien claro su panorama de cara a lo que debe ser el código judicial dominicano. Pero una cosa es el conocimiento y otra la imposición. Ser un país pobre tiene sus inconvenientes, y entre otros está que le es difícil defenderse.
Raya en lo que debe ser vergüenza nacional que un distinguido senador confiese que ahora podrá pasar, ser aprobado, en República Dominicana el código penal, sin presiones de los Estados Unidos.
Cuando se pasa revista parece que los norteamericanos querían que en el Código Penal se incluyera la despenalización de los abortos, el matrimonio del mismo sexo y la discriminación por razones de sexo.
Son temas que tienen que competir a los dominicanos si los aprueban o rechazan, y no de una nación que cuenta con toda la fuerza y la prepotencia para imponer consideraciones.
No hay en la sociedad dominicana de hoy el suficiente consenso para aprobar una legalización de los abortos, ni siquiera una posición favorable de los Estados Unidos, como pasaba con la administración demócrata, pudo variar esa situación.
Asimismo, la sociedad dominicana rechaza el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero llega a ser tolerante de las preferencias sexuales de las personas, siempre y cuando este sea un problema personal, que no perjudique a la sociedad y a los niños.
Es de esperar que los norteamericanos presenten ahora una nueva cartilla en lo que se refiere a los abortos. No hay condiciones para que se conozca y apruebe en las cámaras legislativas. Es un atentado al derecho a la vida, poco importa que sea embrionaria.
Ya en época felizmente superada los dominicanos tuvimos que soportar a una pareja del mismo sexo en la embajada norteamericana. Un abuso para un país con una moral religiosa y de apego a valores tradicionales.
Poco deben importar los deseos e imposiciones norteamericanas. Se supone que somos un país libre, soberano y democrático, donde las leyes se forjan y aplican en base a lo que manda la constitución y el sentimiento nacional.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).