Obviamente, «la riqueza» no deberíamos simplemente «categorizarla» en posesiones materiales, como se malinterpreta desde hace muchísimo tiempo.
La riqueza tiene muchas vertientes: intelectual, espiritual, de ánimo, de socialidad, de talentos; casi todo lo que se clasifique de «rico» «es bueno». Bueno, vamos a ver…
Aunque el diccionario señala «la riqueza» como «abundancia de bienes y cosas preciosas o de valor». También hemos denominado a la riqueza a «esa abundancia de defectos o de virtudes» que muchos conllevan… ¡Látamos!
«Goza de una riqueza de defectos», es rico en chistes malos, y así depende si la riqueza es buena o mala. En fin, que este término en general significa «abundancia».
Aunque ya sé que la mayoría preferirá a «esa riqueza material» pensando que «es la riqueza mejor», lamento contradecirlos ante la que considero es una de las mejores de todas y esta es «la riqueza de consciencia».
Aquel que logre «controlar» sus deseos y ambiciones para dar preferencia al desarrollo de la consciencia será el hombre más rico de la vida.
Todo acto que motiva y mueve al hombre, en esta condición humana, por lo general, estriba en la posesión y adquisición de riquezas materiales. Desconociendo que «este tipo» de riqueza trae insertado un paquete de dolores y de ansiedades que provocan pérdida constante de salud.
La magia del dinero es que «te quita», momentáneamente, situaciones dramáticas y estresantes típicas del capitalismo, pero no te exime infinitamente de ellas… Un tylenol cualquiera. Han de volver o bien surgirán otras a las que el dinero no tendrá relevancia…
En cambio, cuando poseemos riqueza de consciencia, podemos afirmar que se ha alcanzado el remedio a todos los males de la tierra.
No te dará de comer, pero te quitará el hambre. No te impedirá llorar, pero no tendrás dolor. No evitará que te mueras, pero te apaciguará para ello.
La riqueza de la consciencia es tan abundante y fácil de adquirir, que solo basta con cerrar los ojos y «conectarse» en el mantra de las peticiones. Pedir, pedir y pedir, hasta que nuestros pensamientos logren penetrar a «la fuente de las intenciones», donde abundan todas las riquezas.
Cuando se alcanza la riqueza de consciencia, se alcanzan todas las riquezas en su conjunto, incluso la riqueza del discernimiento que aparta los vicios y excesos de «esas otras riquezas»…
¡Ya lo sabe! Si se le aparece Aladino desde su lámpara mágica, dispuesto a complacerlo con tres deseos, ahórrele tiempo y solo pídale un deseo, el cual ya me imagino que sabe y, si se le olvidó, vuelva unos párrafos más arriba y ¡dele pa’ lante! ¡Salud!. Mínimo Riquecero.
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(El autor es artista plástico dominicano residente en Santo Domingo, República Dominicana).