Como ya sabemos, cada uno de nosotros, al completarse el ciclo de la vuelta al Sol que cumple la Tierra, solemos arribar al día «exacto» en que nacimos.
Esto da motivo para celebrar el que, «¡cada vez estemos más viejos!», bueno, digamos «más sabios» o tolerantes o «iluminados». Todo depende de qué hizo para crecer en sus años anteriores.
Nos quejamos de los desmadres que nos provoca la vida; sin embargo, celebramos el haber llegado, a pesar de pasarnos el año como equilibristas, resolviendo dilemas que nos llegan por cuenta propia o ajena.
Es por ello, seguramente, que uno encuentra en «ese día» cierto oasis de paz en donde uno es consentido y hasta se nos permite ser gruñones y escandalosos. Es como un despojo de todos esos «daños» recibidos en nuestro caminar hasta aquí.
Y no es que todos tengamos una vida azarosa, es que todos estamos viviendo y eso implica «situaciones» y retos constantes que son parte «del aprendizaje» de la vida, que uno nunca aprende a vivir…
Sí, porque si no haces nada te critican, si haces mucho también, si haces poco, imagínate. El asunto es que, hagas lo que hagas, «los demás» están más pendientes de ti que de su propia vida. Y aun así, van a cantarte en tu cumpleaños…
Bueno, el punto no es «tan funesto» tampoco y, verdaderamente, habrá quienes sí hayan tenido un año «espectacular» donde salieron «ilesos» de daños y prejuicios.
Los demás, es decir, nosotros, solemos hacernos los bobos y tomarnos este día con alegre vocación aun sabiendo que al día siguiente los problemas de ayer seguirán acosándonos…
De todas formas, y para dejar el pesimismo a un lado, cumplir años es realmente una odisea lograda. Atravesar las calles y laberintos del mundo y salir «sin un rasguño» durante todo un año, es motivo de celebrar.
Igualmente, si aún no nos han «detectado» la enfermedad terminal que nos acecha y que «cada año» se acerca más, ¡es para festejar! Bueno, eso tampoco sonó optimista.
Digamos entonces, que igualmente nos vamos a joder y que «sobrevivir» un año más es un triunfo a la muerte, porque conseguimos estar un rato más disfrutando de «los nuestros» y jodiéndole la vida a quienes no nos quieren.
Intenté hacer este latido bonito y agradable, pero creo que me estoy poniendo viejo y quejoso. Ya que los cumpleaños, deberían celebrarse hasta los 50; después de ahí, todo lo que viene no es «tan celebrable»…
Un desgaste físico que nos va consumiendo los sentidos, sordos, ciegos, mudos, cojos y dolorosos ante cualquier movimiento.
Es así como vamos odiando los cumpleaños futuros, a pesar de que nuestros allegados se empeñen en hacernos la fiesta y bailar ellos, porque nosotros donde nos sienten, ¡ahí nos quedamos!
Para concluir, e intentando una vez más ser optimista, qué bueno que celebremos nuestro final cercano y que nuestro cuerpo se haya deteriorado al punto de parecernos una momia, ya que la gente no debería morirse en un cuerpo sano, sino en uno bien usado y acabado. ¡Eso! ¡Sí vale la pena celebrarlo! ¡Salud! Mínimo Cumpleañero.
Posdata: Les prometo que cuando llegue a los cien les escribiré algo más positivo; solo espero que quede alguno vivo y podamos celebrar mi cumpleaños. Por cierto, es el 7 de septiembre. ¡Salud de nuevo!. Mínimo Aguafiestas…
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).