Primero tendríamos que «definir» el uno y el otro…
El infierno es «aquel lugar» adonde iremos si nos portamos «mal» y al paraíso iremos si bien.
Pero ese «sería el premio», no el lugar. Latamos…
Aunque la mayoría ya sabe que es cada cual, siempre hay «uno» que anda perdido, como «esos indios» de las selvas que nunca han escuchado del asunto…
Casi todas las religiones del mundo «gozan» de ambos «resorts», sí, porque allí seremos enviados a «convivir para siempre».
En el infierno hay «un fuego eterno» que nos quemará «diaria y constantemente», es decir, usted «no se volverá a morir», sino que sufrirá en una despiadada tortura para siempre…
En el paraíso, tampoco nos moriremos de nuevo, pero nos las pasaremos en «una fiesta eterna». Un placer y un gozo infinito. Imagínense que algunas de «estas religiones» ofrecen paraísos con incentivos que van de mujeres vírgenes por docenas a «placeres» inimaginables…
Yo todavía estoy «indagando» a cuál paraíso quiero ir. Lo cierto es que la decisión está difícil ante «tantos vendedores celestiales». Algunos «venden» a los otros como «paraísos con defectos», ya que la variedad es mínima y uno se la pasaría «repitiendo lo mismo» hasta el cansancio, por lo que se sentiría engañado y aquello se convertiría… En otro infierno…
Pobre alma que llevamos; nos la pasamos de dramas en dramas aquí en la tierra y procurando «portarnos bien» para ser aceptados en el paraíso y resulta que cualquier lugar que no contenga a los opuestos termina en una rutina aburrida y «desalmada».
Es absurdo pensar que «un Dios», cualquiera que sea, nos haya creado «sin saber» cómo seremos y para «probarlo» nos envía aquí, donde al término «del programa» seremos «evaluados» y depurados para «darnos» un bien o un mal…
Un programa de «reclutamiento» donde «el azar de la creación» «evita» introducir «un virus maligno» a su programa «sano»…
El hombre y su «distorsionada» mente se ha inventado estos «dos lugares», ya que no «alcanza» a pensar que el alma es inmaterial e inmune a los deseos y caprichos del hombre.
El alma es todo lo contrario a lo que somos; no tiene nombre ni identidad porque es y está en todo. En lo bueno y en lo malo, que es «la dualidad» necesaria para «reconocerse», pero no de nombre y apellido, sino como «esa consciencia… en conciencia».
Estamos aquí, ahora, en este estado pesado y limitado. Buscamos la liberación sobre la base del éxito y la fortuna, pero solo se alcanza en el estado «almático», que es eterno y consciente.
Claro que todos estos «latidos» que «lato» son también «especulaciones» mías y de «otros» que me soplan al oído sin verlos ni escucharlos.
Usted sabrá si su vida la ha convertido en un infierno o en un paraíso. Solo le «aseguraré» que cualquiera que sea, terminará, porque aquí lo eterno no existe.
Cada día intento agradecer lo que tengo, lo que recibo, lo que doy. Los amigos y todo lo que me rodea, porque todo terminará como un sueño. Todo desaparecerá y tengo que recordármelo constantemente para «delectarme» y disfrutar de este paraíso infierno que me ha tocado.
Ningún dios puede ofrecer el bien o el mal eterno y, si así lo hace, entonces no es más que un hombre como usted o como yo. Poblado de efectos y defectos que intentan «aferrarse» a «una verdad» viviendo una mentira.
El infierno, como el paraíso, está en su mente. No es necesario decirles a cuál escoger y a cuál rechazar; solo tengan presente que, el fuego necesita del agua para «desergotizarse» y el agua necesita del fuego para elevarse.
Entre el infierno y el paraíso solo hay un pensamiento. ¡Salud! Mínimo Infiernero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).