Se dice de «aquel ángel» expulsado del paraíso, por «conspiraciones» o mala conducta. Fue desterrado y condenado a vagar en las tinieblas, donde se hizo dueño y señor «del mal».
Bueno, hay otras versiones más detalladas de «este acontecimiento astral» que ocurrió en las alturas. ¿Los testigos? Eso también está en debate, pero se recogieron «los testimonios» recibidos por los escribas y así nos enteramos del hecho.
Satán, en hebreo, significa «fiscal o adversario». Al traducir la biblia al griego, se le nombra «diabolos», acusador o calumniador. Se dice que el nombre de «este ángel» era Luzbell y de aquí sacamos otro nombre «lucifer» como también se le conoce…
Otras religiones gozan de «este señor», solo que con un «matiz» distinto, sin el cuento del ángel rebelde.
Por ejemplo, en el budismo, se habla de «Mara», quien intentó evitar que el Buda Siddhartha alcanzara la iluminación y venciera el ego.
El hinduismo, llama a «Lama o Yama» al guardián de los espíritus. Pero Lama es también equivalente a los Asuras, un grupo de ambiciosos y problemáticos dioses.
Los Incas tenían a «Supay», quien era «un tipo» temeroso y a quien se invocaba para «protegerse de que les hiciera daño».
En la fe bahaí, no existe más diablo que uno mismo al caer en «el yo insistente» o «yo inferior». La conciencia que se cree autosuficiente y capaz de crearse a sí mismo.
En Ezequiel 28:12-19 se utiliza como metáfora a Lucifer, lo sucedido al rey de Tiro: «Eras modelo de perfección, sabiduría y belleza». Y le dice que estaba en el Edén, adornado de joyas y toda clase de lujos, y, sin embargo, se llenó de ambición y terminó… achicharrado.
Ese relato de Ezequiel, deberían de leerlo. Aquí se describe «una característica», para mí, novedosa de «Dios» donde está rodeado de oro y todas las joyas preciosas, o sea, un Dios capitalista…
Este relato, al igual que lo profesado por la fe bahaí, en verdad describe «al Diablo» como «eso» que todos llevamos dentro y que nos lleva a las angurrias y deseos por las cosas materiales.
El diablo, en conclusión, existe en cada uno de nosotros y se manifiesta en el día a día cada vez que «jodemos» a alguien en busca de un bienestar individual.
El demonio que llevamos dentro hace brotar el fuego que nos quema, como dice Ezequiel, metafóricamente en su escrito. Y termina devorándonos hasta las cenizas.
El adversario, el calumniador, el que intenta evitar que alcancemos la luz de la consciencia, es uno mismo con estos pensamientos estériles de metas humanas pasajeras.
Satán está constantemente fiscalizando nuestros pensamientos, dirigiéndolos, por chantaje y necesidad, a la ambición.
Una necesidad humana insertada por nuestras características que requieren de alimentos y uno que otro bienestar para, precisamente, estar bien.
Cuidado con excedernos en lo material y descuidar la salud de la mente. No hay mayor bien que una consciencia serena y en control de Lucifer, que de paso significa «portador de luz».
La luz que siempre debemos tener encendida ante tantos demonios mentales que nos acosan y que nos podrían llevar al infierno. ¡Salud! Mínimo Diablero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).