Por Claudio Álvarez Dunn
Bogotá, Colombia.- El pasado viernes 1 de noviembre, Paul McCartney deleitó con su música a las 32.000 almas que nos dimos cita en el estadio El Campín de esta capital. A sus 82 años el ex Beatle cantó por dos horas y media sin parar y regaló una mezcla de éxtasis y tristeza melancólica originada por el recuerdo de la famosa agrupación de Liverpool.
Previo a la presentación de Sir Paul, un DJ hizo de telonero por media hora y luego varias proyecciones de una imaginaria línea de tiempo en forma de torre tomó las pantallas para recordar el viaje musical de Los Beatles.
Como parte de la gira “Got Back” (Regresé, en español) Paul apareció con su viejo bajo Hoffner, que usa desde 1961 para tocar con su mano izquierda y regalar los primeros temas que la banda tocó en The Cavern Club, mientras que detrás del escenario se repetían imágenes psicodélicas y de Los Beatles durante sus presentaciones a través de los años.
A partir de allí McCartney no paró un momento: saltó a una pianola psicodélicamente iluminada, luego al piano de cola, luego a un banjo y hasta la guitarra Gibson, desde donde homenajeó a Jimi Hendrix con el tema ‘Foxy Lady’.
La presentación incluyó un par de temas cantados a coro junto a John Lennon y George Harrison que gracias a la tecnología pusieron los recuerdos a flor de piel, junto a la participación del público. Extrañé una mención a Ringo Starr, ya que el baterista de la banda, Abe Laboriel Jr. hizo varios solos dignos del aplauso y había espacio para recordar al cuarto Beatle, cosa que no pasó
En un momento romántico Paul dedicó a su esposa Nancy, presente en el estadio, la canción ‘My Valentine’, mientras las pantallas proyectaban las imágenes de Natalie Portman y Johnny Depp, transmitiendo la letra en lenguaje de señas.
Luego sonaron varios temas acústicos de The Wings hasta regresar a la beatlemanía con ‘Lady Madonna’ y ‘Ob-La-Di, Ob-La-Da’, con un público extasiado y cantando a todo galillo hasta el momentum de ‘Hey Jude’.
Con el impulso de la gente en su pico máximo llegó ‘Live and Let Die’, donde el escenario explotó literalmente con lenguas de llamas ardientes y cinco minutos de fuegos artificiales y la aceleración de todos los presentes y Paul McCartney rendido a su público, donde se podía observar a varias familias vestidas a la usanza del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Confieso que por las pasadas seis décadas viví de fantasías alimentadas por las fantásticas canciones de los Beatles y seguí las pistas de que el verdadero Paul McCartney había muerto en 1966, como se sugería en el vídeo musical de 1967 «Your Mother Should Know» (Tu madre debe saber), donde el supuesto falso Paul llevaba una rosa negra en su traje, mientras los otros tres Beatles llevaban rosas rojas en sus trajes.
Luego nos dieron otra pista en la portada del álbum Abbey Road, de que el verdadero Paul McCartney ya no estaba vivo. La foto de ese álbum representa a un funeral. A la derecha, John Lennon estaba vestido de blanco que simbolizaba a un sacerdote, Ringo estaba vestido de negro representando a un sepulcro, a la izquierda de la foto George estaba vestido con unos jeans representando a un sepulturero, mientras el falso Paul McCartney caminaba descalzo simbolizando un cadáver muerto. El “impostor” Paul sostenía un cigarrillo en la mano derecha a pesar de ser zurdo, lo que demostraría que él no era el verdadero McCartney.
Luego de eso la banda se disolvió en 1970. Siempre pensé que no fue un loco quien mató a Lennon el 8 de diciembre de 1980, sino alguien que quería mantenerlo permanentemente en silencio y no dejarnos “Imaginar” un mundo sin posesiones, donde nadie es dueño de nada, donde no habría necesidad de querer conquistar siempre más y más, donde todos tendríamos lo necesario para sobrevivir, poniendo fin al problema mundial de la miseria y el hambre.
Ese primero de noviembre, que se conmemora el Día de Todos los Santos, donde desde las iglesias católicas honran a todos los difuntos que gozan de la vida eterna en la presencia de Dios, yo estaba en El Campín con mis dudas a cuestas viendo a un Paul McCartney saltar y bailar a sus 82 años, honrando en mi memoria la generación del “Peace and Love” que aún sueña con un mundo mejor.
claudio.alvarez.dunn@gmail.com
(El autor es periodista retirado, residente en Bogotá, Colombia, autor de los libros “Los hombres sólo pensamos en sexo” y “Ríndete al proceso espiritual”).