REFLEXIONES EN CAMPAÑA #38
No he visto un acto de mayor irresponsabilidad de nuestra clase política que haber convocado unos comicios en medio de una pandemia como la del COVID 19. Está decisión habla muy mal de la calidad de políticos que tenemos hoy. Estoy seguro que en el tiempo de los líderes (Balaguer, Bosch y Peña Gómez) se hubieran puesto de acuerdo para un gobierno provisional para enfrentar dos crisis como las que tenemos hoy día, la sanitaria y la económica.
Pero la República Dominicana es el país de lo insólito, aquí el día más claro llueve. ¿Cómo vamos a avanzar con los errores que vivimos cometiendo? Tenemos que haber perdido todo nivel mínimo de cordura para haber apoyado la realización de tal desatino. Veamos algunas razones.
1o) Hemos expuesto a los candidatos y sus equipos de campaña a ser contagiados, son cientos los que ya lo han estado, como el caso más simbólico el de Luis Abinader y su señora.
2o) Vemos cómo se realizan actividades políticas en todo el país sin guardar el protocolo sanitario, convirtiendo esas actividades en factores de propagación del virus.
3o) Los candidatos congresuales en su mayoría no han podido hacerse conocer de la población salvo en las redes. Con esto solo saldrán beneficiados los incumbentes y los que tienen recursos económicos ilimitados.
4o) Los estudios demuestran que entre 20 a un 25 % del electorado no concurrirá a las elecciones (más de 1, 500,000 de ciudadanos), inasistencia que le quita de un modo u otro legitimidad al proceso comicial,
5o) Solo a nosotros se nos ocurre hacer unas elecciones sin campaña real, con un estado de emergencia que lleva 4 prorrogas, en una contradicción legal puesto que mientras la proclama electoral otorga amplios derechos a los candidatos, el estado de excepción se los restringe.
6o) Todas las encuestas están proyectando que habrá una segunda vuelta electoral. Ahí está el colmo de la imprudencia, someter a nuestra población a la posibilidad de contagiarse del virus en tres ocasiones, una en las municipales y dos veces en julio.
7o) El gobierno hará una inversión de 120 mil millones en programas asistencialistas para ir en auxilio de los sectores más afectados económicamente por las secuelas que está dejando el CCOVID-19, acciones que en medio de una campaña electoral solo benefician al PLD, pero precisamente eso está prohibido en las leyes de Partidos y Orgánica de Régimen Electoral, que se incumplen de manera flagrante, generando inequidad frente a los candidatos de oposición.
8o) Celebraremos unas elecciones con una casi nula observación internacional, producto de lo difícil que resultará a los observadores internacionales trasladarse y realizar efectiva supervisión del proceso.
9o) La falta de recursos de la oposición para invertir en la promoción por los medios tradicionales de comunicación, para competir contra las miles de fundas, electrodomésticos, materiales de construcción y ayudas en metálico que todos vemos realizan los del gobierno, ante la mirada indiferente de las autoridades electorales y la impotencia de la ciudadanía indignada.
10o) La JCE, igual que todas las instituciones públicas y privadas, acusan de un grave problema de personal. Con el temor al contagio será difícil que los voluntarios quieran laborar en los colegios y en las juntas municipales el día de las elecciones, por su exposición durante tantas horas con una apreciable cantidad de electores. Al final, ya lo verán, los únicos que estarán dispuestos a tan arriesgada función serán los empleados públicos. Huelga decir a quienes responden los mismos.
11o) En todo este tiempo hemos tenido un toque de queda, de manera que mientras la oposición está confinada a sus casas los peledeístas, prevalidos de que administran la crisis, se aprovechan de la nocturnidad para contactar a los electores y hacerles llegar ayudas de todo tipo.
12o) El estado de emergencia le ha permitido al gobierno comprar de todo de grado a grado sin necesidad de concursos, lo que le crea la oportunidad de ayudar a los proveedores de su partido y estos, a su vez, colaborar “logísticamente” con el gobierno y sus candidatos.
13º) La pandemia ha cambiado las prioridades del ciudadano, algo que hace fortalecer a los gobiernos. La prioridad es seguridad sanitaria y económica, proteger su salud y la de los suyos y la estabilidad básica para sobrevivir a la debacle que en todas las áreas está causando el coronavirus. Esta realidad beneficia a los que están en el poder en todo el mundo, solo están siendo cuestionados los mandatarios que ignorando advertencias de la Organización Mundial de la Salud no tomaron medidas a tiempo para proteger su población.
14o) Lo peor es que, si además del aumento de los contagiados que se está confirmando,la primera vuelta se convierte en vector de propagación del virus que exponencialmente cree una emergencia sanitaria que haga colapsar el sistema de salud del país, estaríamos entonces ante la imposibilidad de la realización de la segunda vuelta electoral.
15o) El gobierno ha manejado de manera unilateral los recursos dedicados a auxiliar a los sectores más vulnerables. La Junta Central Electoral no ha dividido las funciones de los funcionarios y la de los candidatos, ya que son estos últimos quienes están repartiendo las ayudas. No se le ha hecho ni siquiera una amonestación a ningún funcionario o candidato por el uso vulgar de los recursos públicos, demostrando con ello que todos los poderes públicos están bajo el control del Ejecutivo.
16º) En la práctica no funciona el ministerio público electoral, por lo cual seguirán las prácticas ancestrales de compra de votos y cédulas, solo porque en nuestro nación no hay régimen de consecuencias.
17º) ¿Con qué recursos económicos hacen campaña los partidos? Las dos primeras partidas entregadas se perdieron en las “suspendidas” elecciones de febrero. Las otras dos se utilizaron en marzo y esta es la fecha en que, para las elecciones congresuales y presidenciales, la Junta Central Electoral no ha realizado desembolso alguno, supuestamente a la espera de una asignación única y solamente de una parte solamente que está para aprobación en el presupuesto complementario, pero cuyos recursos en metálico más de la mitad se les dará a los partidos de la alianza gubernamental.
El inusitado e inesperado incremento de la cantidad de contagios y muertes, que ha permanecido constante durante las últimas dos semanas y que ha elevado los siniestros totales de manera consistente, no permite formar el necesario ambiente festivo que usualmente se vive en las campañas electorales.
La mayoría de los partidos y sus dirigentes se encuentran encerrados, con miedo, sin posibilidades reales de realizar las actividades y contactos personales ineludibles, sin financiamiento y sin participación real en los procesos políticos. En ese entorno, las fuerzas del oficialismo se crecen y en vez de llamar a la prudencia, en vez de restringir al mínimo necesario las actividades de campaña, insisten en la explotación del COVID-19 como una ventaja electoral y no en tratarlo como lo que realmente es, una tragedia nacional.
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