Villa Jaragua (República Dominicana).- El exdiputado Rafael Méndez lamentó que el gobierno se esté «frotando las manos por el éxito» en la implementación de una estrategia comunicacional que ha logrado, mediante la combinación de proyectos de reformas, casos jurídico-mediáticos y deportaciones masivas de haitianos, «confundir, abrumar y desarticular» a los diversos sectores sociales y políticos que conforman la opinión pública nacional.
«No se dan cuenta de que, de esa manera, están socavando los valores democráticos y afectando directamente la dignidad ciudadana», consideró Méndez.
Sostuvo que «al manipular la información de manera intencionada para generar confusión, el gobierno debilita uno de los pilares fundamentales de la democracia: la transparencia. En una sociedad democrática, los ciudadanos deben contar con información veraz y clara para formar sus opiniones de manera consciente, participar en el debate público y tomar decisiones informadas».
El exdiputado por la provincia Bahoruco destacó que al desinformar y abrumar a la población, el gobierno no percibe que también está limitando la participación activa de la ciudadanía, debilitando así el debate público, un componente esencial para el funcionamiento de cualquier democracia.
«Esto no solo afecta la pluralidad política, sino que también restringe la posibilidad de que las distintas voces de la sociedad articulen demandas y generen contrapesos necesarios al poder», agregó.
Méndez enfatizó que «al emplear estrategias de manipulación y engaño, el gobierno subestima la capacidad crítica de la población, tratándola como si no fuera capaz de discernir por sí misma. Esto demuestra una falta de respeto hacia la ciudadanía, menospreciando su autonomía y juicio. En lugar de tratar a los ciudadanos como protagonistas en la vida democrática, el gobierno los degrada a meros medios para alcanzar objetivos políticos, lo que afecta su dignidad y su sentido de pertenencia dentro de la sociedad».
Añadió que un «gobierno que recurre a la confusión y la manipulación como medios para mantener el control no sólo deslegitima su propia autoridad, sino que también trata a los ciudadanos como espectadores pasivos, incapaces de discernir entre la verdad y la distracción. Esta falta de respeto hacia la inteligencia y la participación ciudadana socava la dignidad de cada individuo, reduciéndose a peones en un juego político cínico».