Contrario a usted o a mí, los que vivieron antes dejaron de disfrutar de muchas cosas que hoy, usted y yo ¡Nos gozamos! Cosas tan simples que a usted podrían parecerle «indiferentes», como una anestesia o una pastilla para el dolor de cabeza.
Los que vivieron antes pasaron más frío que el carajo, por falta de «una simple» calefacción automática… o mucho calor por un «clic» del aire acondicionado. ¡Ustedes no tienen idea de todo lo que tienen y aun así… se viven quejando!
Antes, la gente se moría por un simple resfriado. No llegaban a los 40, y los niños, con suerte, sobrevivían a las múltiples enfermedades ya erradicadas por la ciencia.
Nacimos en un tiempo «menos peligroso» de que nos alcanzara «un patatús» de esos, aunque hoy nos puede alcanzar un «bombazo», y con todo eso, seguimos viendo la vida como un dramático teatro, sin ver que los que vivieron antes se las vieron «más gorda» que nosotros y a pesar de ello… vivieron.
Esta «pequeña» introducción, de este «inquebrantable» latido, espero que nos sirva «de ilustración» para las siguientes reflexiones que «verteremos», así en plural, porque como ya les he comunicado antes, todo esto sale de mí, pero surge de otro.
Los que vivieron antes, se las vieron feas, muy feas. Combatiendo dinosaurios y fieras en un mundo donde la ley del más fuerte o «habilidoso» subsistía. El hombre fue adquiriendo el desarrollo de su consciencia a través de un proceso largo, muy largo…
Más de dos millones de años pasando trabajo, ¿se imaginan? Vivimos en una época de desarrollo sin precedentes, como es lógico, con la oportunidad de conocer todo el mundo, derecho que solo consiguieron unos pocos como Marco Polo, entre otros.
Antes se pensaban muchas pendejadas, como que donde alcanzaba la línea del horizonte había un abismo, además de dragones y sirenas devoradoras de hombres…
Los que vinieron a conquistar al continente americano salían de Europa y no sabían si volverían. Las novias se quedaban años esperando el regreso sin tener la certeza de un simple mensaje del celular que tan «fácil» y cotidiano, hoy, nos llega.
Vivir en un mundo así, conociendo el mundo de hoy, sería prácticamente imposible para los actuales habitantes del planeta. Pero los que vivieron antes aprendieron a sobrevivir y perseverar en un ambiente hostil e incierto.
Cincuenta mil parejas estuvieron antes dialogando, sobreviviendo, buscándosela para que usted hoy esté aquí. ¿Se imagina cuantas situaciones tuvieron que sortear? ¿Cuántas «coincidencias» labradas en ese hilo que lo trajo hasta aquí?
Tan solo una calle equivocada, un barco hundido, unos segundos de atraso, y la ecuación «seminal» hubiera dado otro resultado. Usted es un regalo sin derecho a quejarse, así no haya tenido «vela en el entierro», así no le hayan dado «la opción» de venir o no…
Todos esos esfuerzos, sueños, dramas, agonías y alegrías, que vivieron los de antes, han sido la razón de tu existencia y la responsabilidad que nos toca, independientemente de continuar o parar la cadena, es la de agradecer por todo ello.
Hacer consciencia que mucha gente vivió para ti. Lucho, sufrió, gozo y paso de todo para ti. Para un pendejo como tú, que te la pasas quejándote cuando te cortan la luz, o se te daña el aire, o tienes que trabajar, o que no tienes a nadie que te quiera…
Entre amores u odios o violaciones has llegado hasta aquí y es tu deber aceptar el mundo que te ha tocado sin decir ni «mu». Asúmelo y agradécelo con humildad, ya que eres la suma de todo. Reyes y plebeyos, negros y blancos, santos y demonios.
Eres, ahora mismo, el eslabón más importante del porvenir de los que vivirán después. Sin ti, dejarán de existir muchos a cambio de otros. El miedo ha sido la causa de la ausencia de los que nunca llegaron.
Al fin y al cabo, el universo «se recicla» constantemente y se «reinventa», ajustándose adecuadamente al libre albedrío del hombre. Eres y no eres imprescindible. Todo depende de ti y de lo que hagas con ello.
Los que vivieron antes no estarán muy contentos contigo y mucho menos los que «pensaban» venir después. Total, ya estás aquí, en un mundo «moderno» donde, con «una pastilla», te ponen a volar hacia «otras dimensiones», una manera muy fácil de «evadir» todo el valor y sudor que tuvieron… los que vivieron antes. ¡Salud!. Mínimo Anteciero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).