Con Neruda en el corazón, fue realizado el pasado viernes 12 en la Biblioteca Nacional el más gozoso acto poético. Fue un encuentro para encomiar la poesía y para celebrar el amor, dos grandes manifestaciones exclusivas del espíritu humano. Todo, por cumplirse cien años del libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.
La poesía de Pablo Neruda, un poeta de la lengua española, la gran patria de la que habló Pedro Henríquez Ureña, cubre un universo de tan amplio espectro, que nos permite afirmar que hay Neruda para gustos variados. El poeta fue hombre de compromiso social y político y así se refleja en su voluminosa creación poética.
El 12 de julio se cumplieron 120 años del nacimiento de Neruda, en Parral, Chile. Pudimos haber celebrado al Neruda combativo y guerrero de “Canto General”, donde Trujillo, Somoza, Carías y todos los “desangradores de patria” de América Latina sintieron las ráfagas de su verbo encendido y lacerante.
O podíamos alabar al Neruda surrealista y complejo de “Residencia en la tierra” y “Tercera residencia”. De seguro, que otros preferirían transitar la dulce llaneza de sus odas elementales. Poemas sencillos dirigidos a las cosas comunes: Oda al hombre invisible, Oda a la cebolla, Oda a las flores de la costa.
Sin embargo, allí festejamos su poética amorosa, pero sin llegar al torrente de amor maduro que constituyen los “Cien sonetos de amor”, compuestos para una sola mujer, cuyo nombre, Matilde, fue descubierto bajo una enredadera y significó para el poeta la puerta de un túnel desconocido que lo comunicó con la fragancia del mundo.
Ese día, optamos por solazarnos con la poesía de un muchacho de veinte años que en 1924 publicó el poemario “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. Junto al embajador de Chile, Axel Cabrera, los escritores Rafael Julián, Soledad Álvarez, Mateo Morrison, Basilio Belliard y José del Castillo ponderaron la grandeza de ese libro.
Rafael Julián y Cedano, intelectual de formación polivalente (abogado, antropólogo, cuentista, diplomático) atesora una impresionante colección de ediciones de ese libro -cerca de cien- y por su generosidad y buena disposición ha sido expuesta en la Biblioteca Nacional. Permanecerá hasta el próximo lunes.
Recitaron poemas, de los veinte, Emelda Ramos, José Delmonte, Juan Carlos Mieses, Axel Cabrera y el autor de esta reseña. Todos los presentes, como los organizadores, quedaron confiados en que por los hechos y por las palabras podíamos decirle a Pablo Neruda, como le dijera él a nuestra América: “No invocamos tu nombre en vano”.
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(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).