Por Claudio Acevedo
En el último tramo de la recta final se ha desatado una deplorable y sucia treta desinformativa que busca suplir electoralmente lo que no se ha obtenido por otros medios: la preferencia popular.
Nos referimos concretamente a la utilización política y tergiversada del sentimiento cristiano para volcarlo contra Luis Abinader, por la vía de una manipulación que cruza todas las líneas rojas de la ética cristiana, todo con la intención de que el voto creyente tome otra dirección que favorezca a los propulsores de esta campaña.
Este es el caso de la torcedura que se ha hecho del voto del Gobierno dominicano en la ONU a favor de Palestina, posición que hace justicia y compensa el apoyo inicial de Abinader a la respuesta de Israel a la agresión de Hamás. Respuesta que por lo desproporcionada ya no se trataba del derecho a la defensa, sino del comienzo de un genocidio en toda regla.
De modo que, con su respaldo a la justa causa de la instauración de un Estado palestino, Abinader se unió al concierto de 143 naciones que votaron al igual que nuestro presidente en la ONU por el reconocimiento e instauración del Estado de Palestina, como un modo de acelerar el alto al fuego que frene una matanza de palestinos que compite en crueldad con el Holocausto que sufrieron los judíos de manos de Hitler.
La posición del presidente Abinader fue la correcta y el hecho de que Israel apoye o haya colaborado con la República Dominicana no significa que tengamos que apoyar su política terrorista de exclusión y exterminio genocida contra los palestinos, convirtiéndose en el mayor asesino de niños y mujeres inocentes de la historia reciente, y por eso está siendo sometido al Tribunal de Justicia Internacional de la ONU.
Soy partidario del juego limpio y decente que enriquezcan, le den sentido y eleven la calidad de nuestra democracia, como el recientemente establecido precedente del debate presidencial, donde los candidatos presidenciales se midan y hagan gala de sus propuestas y contrapropuestas. Pero critico que se usen métodos burdos de manipulación para conseguir objetivos electorales.
Por eso, los pastores que como Ezequiel Molina, se valgan de un voto en la ONU en favor de Palestina (no del terrorismo ni de los terroristas), para contraponer al mandatario del país frente a la comunidad cristiana, es un golpe bajo que más bien parece una acción del reino de las tinieblas que de alguien que se confiese evangélico.
Con ese tipo de pronunciamientos, los pastores en vez de tales, se convierten en descarriladores de ovejas que pierden el respeto, su credibilidad y autoridad religiosa ante los creyentes. Y lo que es peor, al fomentar su parcialidad desinformativa, estimulan a que se sigan cometiendo más matanzas y más robo de territorio palestino, como lo viene haciendo el Estado apartheid de Israel.
Para terminar, la acción presidencial que un grupo de malintencionados dirigentes evangélicos quieren presentar como excepcional para satanizar a Luis Abinader, no es una postura de ahora, sino una posición tradicional del país ante el conflicto israelí-palestino, como en su momento rubricó el expresidente Leonel Fernandez, sin que levantara ninguna roncha evangélica.