A Pleno Sol
Una intervención militar no resuelve la situación interna de ningún país. Cuando en una nación pobre del tercer mundo se produce una acción militar, solo queda la muerte y el dolor. La posible acción marcial de Kenia en Haití no va a lograr ni la pacificación, ni convocar a elecciones, ni democratizar el país.
Hoy, Haití está a un paso de caer en las manos de un nuevo caporal de horca y cuchillo, que se mantendrá en el poder hasta que surjan acciones que busquen su desplazamiento, y pierda los favores del que lo puso.
Ariel Henry, un primer ministro sin basamento institucional, y ahora bloqueado por sus patronos, no pudo convocar a elecciones, en un país donde no hay partidos políticos fuertes, donde no hay fuerzas organizadas, y lo que manda en las calles es el fusil en manos de irresponsables.
Sin gobernabilidad, con un presidente estancado en el extranjero, con una transición elaborada en tierras extrañas, se pisa el terreno de la guerra civil genocida. Donde hablan los hierros, nadie tiene la cabeza segura.
Los norteamericanos le dieron largas a las soluciones de la crisis haitiana, y se le empantana cuando tienen asuntos prioritarios que resolver en la geo-política mundial. Es un año de elecciones, y sacar de la chistera cientos de millones de dólares para una bananera intervención no es posible.
Para los norteamericanos, y el presidente Joe Biden, lo prioritario en estos momentos es la guerra de Gaza, y el enfrentamiento de Rusia y Ucrania. En esas dos confrontaciones se juegan las elecciones norteamericanas y el destino del mundo. El tercer mundo puede esperar.
Los norteamericanos siguen siendo los soportes centrales de Ucrania en la guerra con Rusia. La cámara de representantes y grupos influyentes de los Estados Unidos están en contra de invertir miles de millones de dólares en seguir con esa guerra.
Las pandillas son parte de la crisis. Sin ellas, no habrá solución. Entraran en la nueva recomposición o serán desarmadas. Esas pandillas intranquilizan a Haití, pero no representan un peligro para los intereses norteamericanos. De ahí que se les trate con manos blandas.
El intento de solución a esta crisis no vendrá de Kenia, sino de los pandilleros rescatados. Los parlamentarios e intelectuales no han dado resultados en mantener la estabilidad haitiana, y ahora se deberá recurrir a un déspota vestido de civil, pero con la ropa marcial de un carnicero político. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).