He notado que los sesentones son madrugadores. Los mensajes de texto me llegan a las once de la noche, doce, una, ¡¡dos y hasta a las cuatro de la madrugada!!…
Como la mayoría ya están retirados, se zambullen en el infinito mundo de las redes, haciéndose acuciosos exploradores de lo insólito. Desarrollando el “síndrome de lo insomnico”.
El promedio mundial de personas mayores de 60 años, se calcula en estos momentos cerca de un 16%. Pasaremos de los 500 millones a los 2 mil (22%) para el año 2050.
La ansiedad es normal para estos 500 millones de “paranoicos” que noche tras noche se las pasan, como gatos, rasgando las paredes. ¡Desean ansiosos que llegue el nuevo día, pero rehúsan aceptar que el que se va…se vaya! ¡¡No duermen!!.
Entienden que el tiempo se acaba y que, con suerte, tendrán otros diez años de vida “aceptables” para disfrutarlo.
Como la vida es insólita y absurda, ¿nacer para morir y encima dejar todo el empeño botado? ¿todo lo aprendido? Y no sabemos cuál es el propósito de está, incrementamos estos razonamientos a los 60s…
Es por esto que, en busca de esas respuestas, que nadie responde en los “dos millones de existencia” que alguno dijo por ahí que teníamos, vemos a nuestros sesentones desmenuzando las redes noche tras noche y llenándonos de histeria la cabeza, a los “jovencitos” que recibimos sus mensajes.
Platillos voladores, hombres reptiles, meteoritos extraviados, corporaciones asesinas, planes de genocidios en masa y todas las versiones de Frankenstein (que por cierto no sabía que era judío) y Drácula o el hombre lobo. Son los sueños recurrentes que tengo debido a los mensajes de estos recién entrenados viejitos de mierda…
Ni los setentones ni ochentones sufren de estos “desvaríos” nocturnos… ¿será que ya están resignados al misterio? O ¿alguna revelación secreta descubrió?.
Hoy por el mundo andan 500 millones de locuras. Son quinientas almas en pena despidiéndose de ti y de todo y todos los que tuvieron a su alrededor.
Por eso no te sorprendas si los ves un día parados frente a una ventana cerrada o sentados en cualquier cuneta de una calle o simplemente riéndose solos de repente. Sus momentos están regados por todas partes y andan recogiéndolos a pedazos.
Lo más fácil es pensar que nuestros viejos están locos o que en algún momento “se volvieron”. Ojalá el mundo no tuviera que esperar hasta el 2050 para tener a dos mil millones de soñadores nostálgicos. Aprenderíamos a valorar lo que tenemos y a cuidarlo con amor.
Especialmente esos momentos sencillos y simples, o esas descabelladas teorías razonadas a las once, doce, una, ¡dos o cuatro de la mañana! ¡No importa! Disfrútalas! porque todavía hay alguien que se acuerda de ti y lo extrañaras cuando no esté.
Quizás cuando lleguemos a los 60s nos haremos portadores nocturnos de leyendas añejas y modernas. Andaremos navegando en los sueños ajenos y aportando, otros 500 millones de locuras nuevas. Quizás no aportemos nada y el misterio continúe por otros dos millones de años más…y después de resolver el misterio ¿qué?… ¡Salud!. Minimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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