A Orlando no hay manera de detenerlo en el tiempo o de reducirlo a una sala de prensa en un Palacio Nacional ocupado por sus contrarios.
Mañana, 17 de marzo, nos abrazaremos en el punto (José Contreras esq. Cristóbal de Llerena) donde medio siglo atrás una nefasta alianza decidió asesinar a Orlando Martínez Howley, ser humano bondadoso, brillante periodista y militante ejemplar del Partido Comunista Dominicano (PCD).
Para ejecutar ese crimen de Estado, escogieron al mayor Pou Castro, al coronel Isidoro Martínez, al experto tirador Durán Cabrera y a dos bandoleros más.
Esos cinco matones profesionales asesinaron a Orlando por “órdenes superiores”.
Sin embargo, algo fenomenal ha sucedido: resulta que Orlando no está muerto, sigue presente, sus ideas viven y todavía continúa luchando.
Yo lo vi con Aniana Vargas en Blanco, Bonao. Lo abracé en Loma Miranda. Caminamos juntos en Marcha Verde.
Estuvo en las travesías de los peregrinos de El Seibo, y recientemente acompañó a Rafael Abad y al Padre Nino en Sambrana, enfrentando a Barrick Gold.
Yo sé lo indignado que está con tantos ex presidentes, políticos ladrones, generales asesinos y empresarios mafiosos… todos vivos, ricos y sueltos.
En días pasados Orlando escribió sobre la narcopolítica y los presidentes y ciertamente está que echa chispas con la concesión de las tierras raras al Ejército estadounidense.
A Orlando no hay manera de detenerlo en el tiempo o de reducirlo a una sala de prensa en un Palacio Nacional ocupado por sus contrarios.
Nadie puede volverlo inocuo y pasivo frente a las transnacionales y la oligarquía capitalista, o silenciar sus palabras ardientes y esconder sus Microscopio detector de podredumbres, saqueos e iniquidades.
No hay manera de momificarlo, de obviar sus irreverencias y archivar su pliego de intrépidas denuncias contra el terror balaguerista, el latifundio empobrecedor, el saqueo de las corporaciones mineras, y el latrocinio de políticos, militares, empresarios mafiosos.
Es imposible desconocer sus reflexiones teóricas y sus análisis profundos y audaces.
También impedir su rebeldía intelectual contra los antivalores capitalistas y las agresiones imperialistas, su firme adhesión al socialismo científico, su amor por el amor, por la poesía y la prosa subversiva, por las insurgencias impregnadas de tanto ideales justos y anhelos postergados.
No, no hay manera de matar a Orlando después de asesinado.
Ni forma de convertirlo en algo inerte, inanimado, simplemente venerable. Es demasiado actual, porque escribió y luchó en su presente con sentido de futuro… y porque perduran en gran parte los graves problemas que enfrentó e incluso se han agravado. Microscopio fue un certero predictor.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).