Por Claudio Álvarez Dunn
El pensamiento progresista de Gustavo Petro al frente del gobierno colombiano vuelve a chocar con el neoliberalismo que bloquea las reformas estructurales que propone. La clave está, según Petro, en un Congreso opositor sostenido por la mayoría de los medios de comunicación más populares en poder de los hombres más ricos del país cafetero.
“La hostilidad generalizada de los medios de comunicación contra mi gobierno, como ya había sucedido lo mismo en mi (período al frente de la) alcaldía de Bogotá, pero esta vez es peor, tiene que ver con que los medios cayeron en poder de los hombres más ricos de Colombia. El modelo de salida al neoliberalismo que propongo, no les conviene. Son ellos los que más se han lucrado con la privatización de los servicios públicos, las carreteras, la salud y la educación. Por eso Colombia ha visto aumentar su desigualdad social, que es su principal problema. Sin embargo la creencia que los mercados resuelven los problemas de la gente, que es la tesis básica del neoliberalismo, ha fracasado en todo el mundo”, denunció el presidente Petro en su cuenta de X (antes Twitter).
Realidad o delirio de persecución del presidente colombiano. Según un informe del 27 de enero de 2024 de Media and Journalism Research Center (MJRC), un grupo independiente de expertos que busca mejorar la calidad del periodismo, los medios de comunicación de mayor audiencia en Colombia son propiedad de un pequeño grupo de personas, familias y empresarios que controlan gran parte del flujo de la información.
Aunque Colombia posee más de doscientas emisoras de radio, más de cincuenta canales de televisión y más de cincuenta periódicos, sólo dos cadenas de televisión abierta de carácter privado (Caracol y RCN), dos periódicos de circulación nacional (El Espectador y El Tiempo) y dos cadenas radiales (Caracol Radio y RCN Radio) concentran más del 90 % de las audiencias.
Una investigación doctoral de la Universidad del Rosario de Colombia, realizada por Germán Caballero, concluyó que “existe una fuerte influencia de los grupos económicos de cabecera sobre los medios de comunicación, en cómo se construye su agenda informativa y, por lo tanto, en la labor de los periodistas de los medios que se ven subordinados a los intereses económicos de los conglomerados económicos y cualquier actor que patrocine al medio de comunicación”.
Luis Carlos Sarmiento Angulo es el banquero más grande de Colombia. En 2012 decidió incursionar en el negocio de los medios de comunicación, adquiriendo la totalidad de las acciones de la Casa Editorial El Tiempo. Actualmente controla 28 medios de comunicación de amplia circulación, penetración y consumo en todo el país. En su cartera están los diarios impresos El Tiempo, Portafolio, Llano 7 Días, Boyacá 7 días y ADN (ediciones de Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla). Sus revistas impresas incluyen: Revista Don Juan, Lecturas Dominicales, Revista Carrusel, Revista Motor, Revista Elenco, Revista Bocas y Revista Aló. En televisión cuenta con City TV y Canal El Tiempo y sus medios digitales son eltiempo.com, diarioadn.co y motor.com.
Por otro lado, la organización Carlos Ardila Lülle es propietaria de más de cincuenta (50) empresas en diferentes sectores. En el campo de los medios posee un muy amplio portafolio, siendo la más reciente incorporación el periódico La República. Los canales de televisión de su propiedad son los tradicionales RCN Televisión, NTN 24 Horas, Mundo Max, RCN Novelas, Win Sports y Nuestra Tele. Las radios de su portafolios son RCN radio, Fantástica, La Cariñosa, La FM, Antena 2, Amor Estéreo, El Sol, Fiesta, La Mega, Radio Uno, Radio Red, Rumba; además de los medios digitales Amor Estéreo y Antena 2.
En otro rincón del cuadrilátero está el Grupo Empresarial Julio Mario Santo Domingo, una de las organizaciones corporativas económicas más importantes del país que actualmente se encuentra aglutinado a través de la empresa Valorem S.A. (antes Valores Bavaria). El grupo Santo Domingo posee entre sus inversiones al diario impreso El Espectador; las revistas Shock y Cromos; los canales de televisión Caracol Televisión, Caracol Novelas, Caracol Internacional, Vmas y Época; Blu Radio y los medios digitales: Shock.com, Cromos.com.co y Elespectador.com
En cuatro lugar se ubica la Revista Semana, fundada en 1946 por el expresidente de Colombia Alberto Lleras Camargo y refundada en 1982 por el periodista Felipe López Caballero. En 2020 fue adquirida por el lobby financiero Gilinski Group, que decidió transformar su línea editorial por un perfil ultraconservador, autodenominándose como la versión colombiana de Fox News. La nueva política enfoca sus esfuerzos en el aspecto digital y nombró en la dirección general a la polémica periodista Vicky Dávila, hoy aspirante a la presidencia que basa su candidatura en acabar con los procesos de paz de Colombia. El abrupto cambio editorial de la revista y su acelerada transformación provocó la renuncia en masa de los periodistas más importantes de su equipo investigativo y de columnistas de opinión que hicieron parte de su staff durante décadas, lo cual ha provocado una sucesiva pérdida de credibilidad de la revista durante los últimos años a raíz de sus críticas permanentes y muchas veces infundadas hacia el gobierno.
Otro de estos actores mediáticos es el Grupo Prisa, un conglomerado español que está presente en 24 países del mundo. Este grupo posee un amplio portafolio de compañías, entre las que resaltan la editorial Santillana y el diario El País, de España. En Colombia posee intereses en las radios Caracol Radio, W Radio, 40 Principales, Bésame, Oxígeno, Q´ Hubo Radio, Radioactiva, La Vallenata y Tropicana. Sus medios digitales son Caracol.com.co, WRadio.com.co, Los40.com.co.
El presidente Petro sostiene que su gobierno busca un cambio de paradigma mediante reformas estructurales que enfrentan resistencia en el Congreso apoyado por estos conglomerados que dominan el discurso mediático, restringiendo así el espectro de información y opinión que es fundamental para una sociedad democrática y bien informada.
Por otro lado, existen voces que consideran que las críticas del presidente pueden actuar como una camisa de fuerza para la libertad de prensa socavando la independencia de los medios, permitiendo que los intereses políticos influyan en el contenido informativo y limiten la capacidad de los periodistas para actuar como un contrapoder frente a las autoridades.
En un país tan polarizado como Colombia, el equilibrio entre prevenir la concentración de poder mediático y proteger la libertad de prensa parece una tarea imposible.
Lo cierto es que en el día a día, el manejo de la información y los temas seleccionados como titulares en los medios de comunicación que son propiedad de los grupos económicos mencionados pareciera que se hace un intento permanente para confundir al pueblo y crear en la audiencia ideas contrarias a la realidad. Para ello se utiliza una completa manipulación de la información para convencer a la opinión pública con ataques permanentes al poder político y así generar dudas en el público y en ese espacio adelantar sus agendas a través de sus propios interlocutores.
Un periodista local declaró hace unos días que escuchando las mesas de trabajo de algunas emisoras, leyendo algunos periódicos y revistas, oyendo a la oposición queda uno con la sensación de que en Colombia antes del 7 de agosto de 2022, día de la asunción de Petro a la presidencia, todo era perfecto, que se vivía en un paraíso.
El informador se preguntaba: ¿Y los 450.664 asesinatos entre 1985 y 2018? ¿Y los 121.768 desaparecidos? ¿Y los 752.964 desplazados? ¿Y los 6.402 falsos positivos? ¿Y los 52 mil secuestrados? ¿Y los 16 mil niños reclutados para la guerra? ¿Y las 6 millones de hectáreas robadas a los campesinos a sangre y fuego? ¿Y Reficar? ¿Y Odebrecht? ¿Y Ruta del Sol II? ¿Y Agro Ingreso Seguro? ¿Y los baldíos que se han robado casas presidenciales y clanes familiares regionales? ¿Y la filtración del narcotráfico a campañas y la Fiscalía? ¿Y los jefes paramilitares aplaudidos de pie en la plenaria del Congreso? ¿Y el Cartel de la Toga? ¿Y las Zonas Francas que enriquecieron a los hijos de Uribe? ¿Y los dos Jefes de seguridad de Uribe condenados por narcotráfico? ¿Y la Yidispolítica? ¿Y las Chuzadas y asesinatos del DAS? ¿Y los más de 200 jóvenes sin ojos desde la creación del ESMAD? ¿Y los billones que extraviaron y desviaron las EPS? ¿Y los 70.000 millones abudineados? ¿Y los 500 mil millones que Congresistas y miembros del gobierno Duque se robaron del fondo para la paz? ¿Y los exmilitares colombianos asesinando al presidente de Haití? ¿Y la ñenepolítica? ¿Y la escandalosa compra de votos descubierta con la Merlanopolítica?
Hoy los medios tradicionales no cuestionan ni responden a estas preguntas ni a un larguísimo etcétera sin respuestas de este país saqueado y violentado a más no poder por aquello que el asesinado periodista y político conservador Álvaro Gómez Hurtado describió como el “establecimiento”. Parece que la mayoría de los medios de comunicación más populares del país, en los que se concentra la audiencia y que son de propiedad privada, son parte de ese régimen que ha permeado la sociedad en todos sus niveles y se encamina a desestabilizar la Constitución Política de 1991, que enarbola el respeto a los derechos humanos.
El presidente Petro apunta a que el problema central está en que los congresistas en su mayoría no ven pertinente hacer las reformas y desean mantener el país en el caos de un neoliberalismo moribundo. “El neoliberalismo le ha servido a la clase política tradicional porque al disminuir la capacidad del estado y aumentar en exceso la contratación privada generó toda suerte de mafias y carteles de la contratación que financian la política tradicional de Colombia. Al convertir el estado y el poder público en otra instancia del mercado, lo que ha disparado es un régimen de corrupción en Colombia que solo se removerá con una revolución popular, y estoy presto a participar en ella para hacer realidad la Constitución… así no le guste a los hombres más ricos de Colombia”, advirtió.
claudio.alvarez.dunn@gmail.com
(El autor es un periodista independiente radicado en Colombia).